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Odin |
Los dioses nos apoyan por la cortina de agua que sirve perfecta a nuestro propósito, se hacen lentos, y sus armaduras que se supone les daría ventaja ahora les pesan por su arrogancia al querer pisar este suelo que no les pertenece.
A unos cuantos metros de que inicie este inevitable destazamiento, el viento comienza a soplar a nuestro favor, los hace dudar y los deja dispuestos a marcharse, a pesar del manto que nos cubre, percibo su miedo, algunos comienzan a caer por el fango, otros sueltan sus espadas y los truenos nos permiten ver como su "invencible" ejercito clama piedad a nuestros dioses. El cuerno del capitán rompe la armonía de la tormenta, es el aviso para atacarlos, los arqueros, aprovechan el viento para el vuelo de sus flechas, quienes dormidos aparentaban, toman sus lanzas y comienzan a formar el frente de ataque, en formación avanzan.
Suena el cuerno ahora con mas fuerza, es la señal para comenzar a revertir aquello que intentaron, una supuesta emboscada ahora se convierte en una trampa bien trazada por aquellos considerados presas. El paso uniforme de todo el ejercito sucumbe al rugir del trueno, la luz de los rayos solo permite que se observen blancos ojos y dientes afilados que danzan con los rugidos de cada guerrero dispuesto a defender la tierra que juraron proteger, aquellos enemigos empequeñecen, el ataque preciso y por la fuerza de nuestros hombres que descienden de los héroes mas formidables de estas heladas tierras.
Les aterra el venir y retroceden, pero las lanzas guidas por el viento impiden que se reagrupen, astillas se riegan por el choque de escudos en los campos que se fertilizan por la sangre impura, se incendia la noche con la presentación de las espadas en los rostros desorientados de estos navegantes que vinieron a conocer la muerte en manos de quien creían inferior, pocos logran huir a sus naves, pero son recibidos por otros bastardos, las mortales bestias desterradas que buscan un pretexto para ser perdonadas.
Los primeros rayos del sol asoman por el horizonte, dejando ciegos a nuestros enemigos que no están acostumbrados por su nativa debilidad a pelear por tantas horas, retomamos lineas al escuchar por ultima ves en esta gloriosa noche el rugir del cuerno, todos en perfecta formación asesinando a quien logro sobrevivir, pactamos una noche sin rehenes y cumpliremos.
Se asoma el único ojo del capitán envuelto de sangre, el sol adorna su armadura, alza la mirada y ofrece a los dioses el corazón del líder enemigo, vierte la sangre en una copa de oro y la ingiere brindando en nombre de los dioses que apoyaron la batalla, enuncia una oración para los hermanos caídos y los guerreros enemigos que dieron su sangre para purificar estas tierras, se reagrupan para festejar por que esta noche la victoria dejo un sabor digno de volver a repetir...
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