Relojes se encuentran por toda su habitación, una pared entera dedicada a esa afición, a ese deseo de perfección, la mayoría habían sido creados por ella, una joven niña de no mas de nueve años con una obsesión con fabricar tiempo. En la otra pared no hay relojes, hay muñecas de trapo, todas fabricadas por ella, cuidadas hasta en el mas mínimo detalle, ella aun noble y dulce, usaba el reloj de su padre y vestía de la misma manera que la muñeca que en este día acompaña su brazo, cual es esa razón, es la única muñeca que no fabrico.
Un día ella caminaba por el parque, recién su abuela le había enseñado a coser y tarareaba una canción de nombre "Life in Mono", su madre no le perdía de vista, apreciaba con alegría y admiración las capacidades creadoras de su hija, una frase se repetía mucho la niña "Siempre se puede" debido a una pelicula que le obsesionaba durante esos días. a unos pasos del árbol mas grande, se encontraba un botón negro, la niña lo guardo en su bolso, al volver a su hogar, la niña fabricaba otra muñeca, que al igual que las otras, estaba perfectamente trabajadas.
Cierto día su padre le llevo a comprar mas hilo, le dejo libre a través de las tiendas, tras buscar y hacer la mayoría de sus compras, encontró a una mujer anciana con algunas cosas sobre una mesa, en donde la anciana dama vendía objetos y libros extraños que parecían tener vida. La anciana apago su cigarro y platico unos minutos con la niña y le mostró un carrete de hilo color blanco que tenia guardado dentro de una caja de galletas - Es hilo de araña, te le regalo pequeña niña, úsalo en algo especial- le dijo la anciana. La niña le abrazo y se despidió de la mujer mayor.
Pasaron los días y entre los muros aun se escuchaba la ultima parte de una melodía, aun sobrevivía un poco de hilo en ese extraño carrete, intentaba ella recordar cómo era que había recobrado la conciencia, cómo fue que se detuvo la hemorragia, dónde había quedado esa muñeca que había cosido con el hilo que le fue obsequiado y a la cual había puesto ese extraño botón negro, las brazas comenzaban a incendiar la alcoba.
Una pequeña voz se escuchaba por debajo del armario, le hablaba a la niña y le explicaba la situacion. La pequeña niña no se horrorizo al escuchar el relato, tomo a la muñeca e intentaron ir hacia donde estaban la abuela y su madre, quien gritaba desesperada que corriera lejos, pero el fuego no permitió que llegaran a la habitación de su madre. La niña y la muñeca salieron por la única ventana que estaba libre, corrieron lejos mientras con cada reojo observaban como el fuego consumía su hogar, su trabajo y su familia.
Los vecinos llegaron y como podían intentaban sofocar el fuego que para esos momentos ya no permitía ver quien había sobrevivido, la muñeca le indico a la niña el camino hacia el parque cercano, al lugar donde había recogido el botón que hoy lleva en el pecho. La niña tenia la mirada perdida, no podía hablar, la muñeca le miraba y tocaba con sutiliza ese rostro que antes sonreía con la menor provocación, acerco a la niña al tronco de árbol y coloco el botón en una pequeña abertura que se encontraba en la corteza, esto les permitió entrar a otro mundo, a la tierra donde lo primero que reconocieron fue a la anciana quien tomaba hilo de una manzana. Sonrió al verles y las llevo a través de esos senderos que yacen ocultos a la mirada del hombre.
Un hombre había dejado de ser hijo, esposo y padre, estaba irreconocible por las perdidas que había sufrido, opto mudarse a la ciudad, cercas de la fabrica donde trabajaba, ahí sigo algunos años hasta que tuvo el valor de volver al lugar donde un día había perdido tanto. Llevaba el único objeto de valor que habían recuperado de los escombros, era el reloj que había dado a su hija, lo enterró bajo uno de los pocos arboles que habían sobrevivido al incendio.
Cuando la muñeca le hablo a la niña, le dijo lo siguiente.
En ocasiones esperaba impaciente a que despertaras, no podía creer la piedad que te impulso a levantarme aquel día, hoy sufriste un horrible accidente, hubo una explosion en la cocina de tu casa, eso provoco que la pared donde estaban los relojes cayera sobre ti, había cristales y engranes por todas partes, tu pecho estaba atravesado por la madera del reloj que habias reparado hace unos días con tu madre, estaba asustada, te quite el vidrio y las astillas, tome el sobrante del carrete de hilo que usaste para crearme y con dificultad pude coser tu herida, espere sentada unos segundos, despertaste y tras revisar que estabas bien me sonreíste aun cuando me encontraba debajo del armario.
Un día ella caminaba por el parque, recién su abuela le había enseñado a coser y tarareaba una canción de nombre "Life in Mono", su madre no le perdía de vista, apreciaba con alegría y admiración las capacidades creadoras de su hija, una frase se repetía mucho la niña "Siempre se puede" debido a una pelicula que le obsesionaba durante esos días. a unos pasos del árbol mas grande, se encontraba un botón negro, la niña lo guardo en su bolso, al volver a su hogar, la niña fabricaba otra muñeca, que al igual que las otras, estaba perfectamente trabajadas.
Cierto día su padre le llevo a comprar mas hilo, le dejo libre a través de las tiendas, tras buscar y hacer la mayoría de sus compras, encontró a una mujer anciana con algunas cosas sobre una mesa, en donde la anciana dama vendía objetos y libros extraños que parecían tener vida. La anciana apago su cigarro y platico unos minutos con la niña y le mostró un carrete de hilo color blanco que tenia guardado dentro de una caja de galletas - Es hilo de araña, te le regalo pequeña niña, úsalo en algo especial- le dijo la anciana. La niña le abrazo y se despidió de la mujer mayor.
Pasaron los días y entre los muros aun se escuchaba la ultima parte de una melodía, aun sobrevivía un poco de hilo en ese extraño carrete, intentaba ella recordar cómo era que había recobrado la conciencia, cómo fue que se detuvo la hemorragia, dónde había quedado esa muñeca que había cosido con el hilo que le fue obsequiado y a la cual había puesto ese extraño botón negro, las brazas comenzaban a incendiar la alcoba.
Una pequeña voz se escuchaba por debajo del armario, le hablaba a la niña y le explicaba la situacion. La pequeña niña no se horrorizo al escuchar el relato, tomo a la muñeca e intentaron ir hacia donde estaban la abuela y su madre, quien gritaba desesperada que corriera lejos, pero el fuego no permitió que llegaran a la habitación de su madre. La niña y la muñeca salieron por la única ventana que estaba libre, corrieron lejos mientras con cada reojo observaban como el fuego consumía su hogar, su trabajo y su familia.
Los vecinos llegaron y como podían intentaban sofocar el fuego que para esos momentos ya no permitía ver quien había sobrevivido, la muñeca le indico a la niña el camino hacia el parque cercano, al lugar donde había recogido el botón que hoy lleva en el pecho. La niña tenia la mirada perdida, no podía hablar, la muñeca le miraba y tocaba con sutiliza ese rostro que antes sonreía con la menor provocación, acerco a la niña al tronco de árbol y coloco el botón en una pequeña abertura que se encontraba en la corteza, esto les permitió entrar a otro mundo, a la tierra donde lo primero que reconocieron fue a la anciana quien tomaba hilo de una manzana. Sonrió al verles y las llevo a través de esos senderos que yacen ocultos a la mirada del hombre.
Un hombre había dejado de ser hijo, esposo y padre, estaba irreconocible por las perdidas que había sufrido, opto mudarse a la ciudad, cercas de la fabrica donde trabajaba, ahí sigo algunos años hasta que tuvo el valor de volver al lugar donde un día había perdido tanto. Llevaba el único objeto de valor que habían recuperado de los escombros, era el reloj que había dado a su hija, lo enterró bajo uno de los pocos arboles que habían sobrevivido al incendio.
Cuando la muñeca le hablo a la niña, le dijo lo siguiente.
En ocasiones esperaba impaciente a que despertaras, no podía creer la piedad que te impulso a levantarme aquel día, hoy sufriste un horrible accidente, hubo una explosion en la cocina de tu casa, eso provoco que la pared donde estaban los relojes cayera sobre ti, había cristales y engranes por todas partes, tu pecho estaba atravesado por la madera del reloj que habias reparado hace unos días con tu madre, estaba asustada, te quite el vidrio y las astillas, tome el sobrante del carrete de hilo que usaste para crearme y con dificultad pude coser tu herida, espere sentada unos segundos, despertaste y tras revisar que estabas bien me sonreíste aun cuando me encontraba debajo del armario.
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