domingo, 24 de junio de 2012

Una tarde de Junio que curiosamente era domingo

Y en el silencio esperando lo perturbes, no me percaté que lo único que deseabas era aquella almohada olvidada que justamente hacia un mes habitaba debajo de la cama. 
Te retorcías de manera inexplicable y sin embargo mi sueño, ahora coqueto, despilfarraba endorfinas para ver si así tu olfato detectaba como suculento alimento mi cuerpo, ahora árido y carente de tus caricias, de tus besos, de tus brazos que aprendieron a como envolverme y darme esa seguridad que en pocas ocasiones me hacia falta. 




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Navegantes de otros mares

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