sábado, 28 de agosto de 2010

Es el árbol que brindo las manzanas de la discordia quien duerme al ser humano.


    

El humano muere cuando deja de soñar, el sueño le da esperanza y la esperanza es lo único que no le deja morir.


La luna hace ver con su esplendor la arena, marea turbia rojiza, con sed abraza las corrientes de viento del mundo, en ellas extraños seres habitan, andan eternamente brindando la esperanza del sueño, magia única, espectro de la vida que habita en los mares celestes, siendo la razón por la que el alma humana retorna de la muerte cada noche.
Los relatos para niños dicen que un señor deposita pequeñas porciones de arena en sus ojos, otras versiones dicen que hadas y duendes los visitan y que con un polvo mágico los duermen, otra dice que como el sol se va a dormir ellos lo tienen que hacer también. Son almas puras que reciben magia para conservar sus corazones sanos.

La realidad es que no es una arena común, no es siquiera arena,  es la sabia del sueño. Es la que nace de las raíces del árbol sagrado, de ahí proviene ese poder que se esparce por los cielos tomando forma con el brillo de estrellas.


Un día Azrael bajo a visitarlo y bebió de su sabia, no durmió, la inspiración otorgada lo hizo realizar un conjuro para brindarle a la humanidad el poder de sentir lo que era la muerte. Dispuso al árbol tres doncellas que debían alimentarlo con el agua de la luna llena en un ritual de tres noches, con el don de comprender el tiempo ellas tejían el destino de todo ser viviente.
Azrael dispuso como regalo los sueños y las fases lunares, preguntando cuando se despierta de la vida.


¿Qué es lo más hermoso que soñante?

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Navegantes de otros mares

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